En Que Año Se Fundo La Escuela Marxista?

En Que Año Se Fundo La Escuela Marxista
Escuela Marxista (siglo XIX) Las ideas económicas de Marx( 1818 -1883) Junto con Federico Engels fundó el llamado socialismo científico. Apoyó sus ideas económicas en la economía clásica inglesa. Teorías del valor trabajo y determinación de la riqueza económica y su distribución (ideas de Adam Smith y David Ricardo).

¿Quién creó la escuela marxista?

Marx, la historia y los historiadores Una relación para reinventar | Nueva Sociedad El «retorno a Marx» iniciado en los últimos años –muy visible en lo que suele llamarse el nuevo pensamiento crítico– no alcanzó a la historia. Para la mayoría de los jóvenes historiadores, Marx constituye una suerte de terra incognita ; para los mayores, una figura olvidada, cuando no proscripta.

Desde luego, muchos historiadores marxistas siguen siendo activos y prolíficos, sobre todo en el mundo anglófono, pero la historiografía en su conjunto aún no ha dado vuelta la página de la «crisis del marxismo». Eric Hobsbawm, uno de los más célebres historiadores marxistas, observaba este fenómeno con lucidez: «Los 25 años siguientes al centenario de la muerte de Marx fueron los más oscuros en la historia de su legado»,

En Francia, Thierry Aprile trazaba un cuadro más sombrío. En su reconstrucción de la trayectoria del marxismo en la historiografía, señaló, ante todo, su reconocimiento, que comenzó en la década de 1930 y que continuó tras la Segunda Guerra Mundial –sobre todo, gracias a la Escuela de los Annales, con su entrada, todavía tímida, en el campo universitario–, luego su hegemonía –Aprile no duda en hablar de «dominio»–, que se establece en las décadas de 1960 y 1970, cuando acompaña el auge del estructuralismo, antes de comenzar, a partir de mediados de los años 70, un ocaso que lo llevaría, finalmente, a desaparecer a lo largo de la década siguiente, con su deceso simbolizado por el giro de 1989.

Se inicia entonces un periodo durante el cual, según Aprile, «incluso la referencia al marxismo podría significar descalificación», Con un enfoque similar, Matt Perry distinguió tres etapas principales en la historiografía marxista, que identifica, de manera algo apresurada, con «generaciones» diferentes.

En primer lugar, la de los fundadores, Karl Marx y Friedrich Engels, a los cuales se podría añadir una figura como Franz Mehring. Luego, una etapa intermedia, que ubica entre las dos guerras mundiales, caracterizada por teóricos marxistas que escriben y reflexionan sobre la historia (Georg Lukács, León Trotski, Antonio Gramsci, José Carlos Mariátegui) y por algunos grandes historiadores (David Riazánov, Arthur Rosemberg, C.L.R.

James, Karl A. Wittfogel, W.E.B. Du Bois). Finalmente, una tercera etapa, la de la Guerra Fría (1947-1989), en la que surgió una historiografía marxista original y potente, cuyos batallones se lanzaron a la conquista de la universidad (de la que, salvo excepciones, siempre habían sido expulsados) y transformaron los paradigmas de su disciplina.

Escuela Marxista

En este periodo se constituyen nuevas corrientes que transforman literalmente, tanto por sus métodos como por sus objetos de estudio, el taller del historiador. Siguiendo los pasos de Albert Mathiez y Georges Lefebvre, una pléyade de investigadores (Albert Soboul, Claude Mazauric, Michel Vovelle) elabora una historiografía marxista de la Revolución Francesa que le disputa terreno a la Escuela Conservadora (Richard Cobb, François Furet) e impone su hegemonía durante un largo periodo.

En el Reino Unido, la «historia desde abajo» ( history from below ) (Eric Hobsbawm, Christopher Hill, E.P. Thompson, Raphael Samuel) revisita la historia de la Revolución Inglesa y la Revolución Industrial, descubre la cultura obrera y replantea el concepto de clase, mientras que los estudios culturales (Stuart Hall, Raymond Williams) introducen la antropología en el marxismo para analizar los imaginarios y las culturas populares.

En Estados Unidos, los teóricos del «sistema mundo» ( world-system ) (Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi) reinterpretan a Fernand Braudel a la luz del marxismo y elaboran una historia global del capitalismo. Paralelamente, surge una «nueva historia del trabajo» ( new labor history ) que reescribe la historia del movimiento obrero colocando en el centro del análisis al «obrero-masa» ( unskilled ) en lugar de las ideologías y los partidos políticos (Herbert Gutman, Harry Braverman y más tarde Mike Davis).

  1. En los países del socialismo real, la escuela de medievalistas y modernistas polacos (Witold Kula, Jerzy Topolski) relanza la reflexión sobre la transición del feudalismo al capitalismo, que vive un resurgimiento en la década de 1980 con el debate Brenner.
  2. En la India, los estudios subalternos ( subaltern studies ) (Ranajit Guha, Dipesh Chakrabarty) reinterpretan los conceptos gramscianos de subalternidad y hegemonía para reescribir la historia desde la perspectiva de los dominados, más allá de las visiones transmitidas por los colonizadores y las elites autóctonas.

En todas partes, a partir de la década de 1960, la historia social y cultural vive un auge impresionante –caracterizado por el surgimiento de revistas y asociaciones–, en el marco de un marxismo abierto y antidogmático. La historiografía en su conjunto se transforma en el contexto de un diálogo y una confrontación casi obligatorios con el marxismo.

Todas las nuevas corrientes que la atraviesan –de la historia de las mujeres a la historia oral, de la microhistoria a la historia de los intelectuales– llevan las huellas, más o menos profundas, de su influencia. Sin embargo, este profuso ciclo acabó por agotarse. Quedan hoy varios representantes de esta tercera etapa, pero su vínculo con el marxismo se ha atenuado sensiblemente y, hasta el momento –observa Perry– no se percibe en el horizonte ninguna señal que anuncie el advenimiento de una «cuarta generación»,¿Cómo explicar esta ruptura de la continuidad? El argumento a menudo esgrimido de que habría un eclipse general de la razón histórica arrastrada por la ola posmodernista no me parece seriamente defendible.

Pensar que la irrupción de un irracionalismo hostil hacia la historia, que hace de ella una mera construcción del lenguaje, un discurso autónomo e independiente de la realidad exterior, y por ende de la verificación fáctica, habría puesto en peligro las categorías interpretativas del marxismo (clases, fuerzas productivas y relaciones sociales de producción, capitalismo, etc.), es una simplificación muy discutible.

Por un lado, los marxistas reaccionaron rápidamente al giro lingüístico ( linguistic turn ), en cuanto sus efectos se manifestaron en la historia ; por el otro, el posmodernismo no socavó en absoluto la existencia de la historiografía como disciplina, cuya producción continuó, e incluso se incrementó, tanto en la investigación como en la edición.

En algunos casos, tuvo incluso consecuencias positivas para la historiografía, al ampliar su campo de investigación a nuevos temas u obligar a los historiadores a reflexionar sobre la dimensión vinculada a la escritura de su práctica, sin por ello dejarse devorar por el « maelström textualista» que pretende suprimir toda diferencia entre la historia y la literatura,

  • En varios aspectos, en su búsqueda de una síntesis entre el antiimperialismo, la crítica del eurocentrismo y la valoración de la subjetividad de los dominados, el poscolonialismo es producto del encuentro entre el marxismo y el posmodernismo,
  • La postura meramente defensiva que sugieren Hobsbawm o Ellen Meiksins Wood –que consiste en convertir el marxismo en la fuerza motriz de un «frente de la razón» para contener la amenaza de una ola irracionalista hostil hacia la historia – me parece corta de miras.

La crítica desde la historia (no solo marxista) del posmodernismo ha sido vigorosa y se ha mostrado más fecunda cuando vio en este último un desafío en lugar de un enemigo, El peso de la derrota El retroceso del marxismo en la historiografía se debe más bien a causas políticas.

Desde luego, la hegemonía marxista en las ciencias sociales (entre ellas, la historia) se vio reforzada por el advenimiento de la universidad de masas en la posguerra, pero devino posible ante todo por un avance generalizado de las luchas sociales y políticas. Entre la Resistencia y la década de 1970, pasando por la descolonización y las revoluciones en Asia y América Latina, se establecieron nuevas relaciones entre los intelectuales y los movimientos políticos, a menudo partidos de masas, que encarnaban el legado de Marx.

La Revolución conservadora de la década de 1980, cuyo apogeo fue el vuelco de 1989, invirtió la tendencia. El impacto fue brutal y los efectos acumulativos de esta derrota histórica son hoy particularmente perceptibles en una disciplina como la historia, por definición orientada hacia el pasado.

En el curso de los últimos 25 años, la historiografía se ha renovado (basta pensar en la historia cultural, la historia de género, la historia de la memoria) bajo el signo de su despolitización, La historia política, por su parte, se caracterizó por el regreso a paradigmas tradicionales –a veces, por una verdadera regresión ideológica, tal como lo demostraron los debates sobre la Revolución Francesa, el comunismo y el totalitarismo – que favorecieron considerablemente la transformación de la disciplina en una consultora para los medios de comunicación, la industria cultural y los poderes públicos.

El retroceso del marxismo dejó un vacío que fue llenado por una historiografía de tono conservador. De espacio de elaboración de una conciencia crítica del pasado se transformó en un poderoso vector de conformismo cultural: la Revolución Francesa fue conmemorada para enterrar el siglo de los comunismos; el totalitarismo, analizado para legitimar la democracia liberal como horizonte insuperable de la historia; la memoria, monumentalizada como virtud del humanitarismo postotalitario; el pasado nacional, patrimonializado con un interés conservador.

La campaña de protesta desencadenada por el proyecto de una Casa de la Historia de Francia (componente cultural de la política de defensa de la «identidad nacional») parece esbozar un giro saludable, basado en el rechazo a toda pretensión del poder de ejercer un control sobre el pasado, Lo cierto es que, si la historiografía marxista vivió un declive evidente, es necesario sin embargo ubicarlo en su justa perspectiva.

Así, ciertas precauciones elementales deberían conducirnos a relativizar tanto su hegemonía en las décadas de 1960 y 1970 como su retroceso a partir de la década siguiente. Muchos historiadores marxistas no se alejaban demasiado, desde el punto de vista metodológico, de sus colegas conservadores.

Entre las historias de la Internacional Comunista escritas por el trotskista Pierre Broué, el eurocomunista Paolo Spriano y el anticomunista Franz Borkenau, no existen grandes diferencias en cuanto al método, las fuentes y las categorías analíticas. Su apreciación de los acontecimientos y sus conclusiones varían, pero todos comparten una visión de la historia del movimiento obrero más bien convencional, centrada en los aparatos y los debates estratégicos durante los congresos.

Se trata siempre de una historia política, incluso ideológica, con poca carne y hueso. En resumen, para muchos historiadores, el abandono del marxismo no significó sino un cambio de orientación política o de objeto de investigación. La historiografía marxista, que, por definición, no podía considerarse «axiológicamente neutral» ( wertfrei ) en el sentido de la ciencia social weberiana, sufrió necesariamente las consecuencias del giro de 1989.

  • La caída del comunismo ha sido mucho más que el fin de un sistema de poder ya desacreditado a los ojos de la opinión pública internacional.
  • Puso fin a una época signada por el «principio esperanza»: una utopía emancipadora que, nacida con la Revolución Rusa, estuvo impulsada por una concatenación de luchas y revoluciones.

Ahora bien, el siglo xx concluyó con una derrota histórica del socialismo; el siglo siguiente vio la luz en un mundo privado de utopías. El «presentismo» –el régimen de historicidad actualmente dominante– es el resultado de una ruptura de la dialéctica de la historia, que hace del presente, según Reinhart Koselleck, el punto de tensión entre el pasado como «campo de experiencia» y el futuro como «horizonte de expectativas»,

  1. Este horizonte se presenta ahora difuso, invisible.
  2. Según modalidades diferentes, sobre la base de compromisos políticos más o menos explícitos, los historiadores que se inscribían en la tradición de Marx permanecían atados al postulado según el cual la interpretación del mundo debía apuntar a su transformación.

Veían el cambio revolucionario de la realidad como un proceso cuyo motor, el proletariado, seguía siendo, a través de múltiples mediaciones, su referente social. El historiador reconstruía e interpretaba el pasado desde una perspectiva de clase, según la fórmula de Georg Lukács, para quien, gracias al marxismo, el sujeto del conocimiento histórico coincide con su objeto,

  • Desde este ángulo, no hay historia que no sea una historia de las luchas entre clases, y la historia marxista, cualquiera sea su objeto, adopta siempre el punto de vista de los dominados.
  • Incluso para un marxista heterodoxo como Walter Benjamin, «el sujeto del conocimiento histórico es la clase combatiente, la propia clase oprimida.

En Marx aparece como la última clase esclavizada, la clase vengadora que, en nombre de generaciones de vencidos, lleva a su fin la obra de liberación», Una historiografía basada en estas premisas difícilmente podía salir indemne de una derrota de grandes proporciones del socialismo.

Después de 1989, el movimiento obrero parecía aniquilado en sus realizaciones históricas (el socialismo real), en sus formas políticas (el ocaso o el fin de los partidos que reivindicaban el comunismo) e incluso en su cuerpo social (las transformaciones estructurales de las clases trabajadoras generadas por el fin del fordismo).

La ola memorial que estalló a lo largo de las últimas tres décadas, uno de cuyos vectores ha sido la historiografía, se centró en las víctimas de la violencia de la historia, de la esclavitud a los genocidios del siglo xx, y relegó así al olvido a los actores de las luchas que atravesaron una época de sangre y fuego.

  • La memoria de clase pareció desvanecerse con la fábrica fordista, su marco social de transmisión, y con los partidos que habían sido sus voceros.
  • Hoy se perpetúa como una memoria marrana, invisible en el espacio público, donde los testigos traen el recuerdo de una humanidad herida, y no el de hombres y mujeres que libraron luchas de resistencia o liberación.

La memoria de la Shoah ocupó el lugar de la memoria antifascista; la compasión por las víctimas de las catástrofes humanitarias eclipsó el recuerdo de las luchas contra el colonialismo. La tendencia a hacer de los genocidios y los totalitarismos un prisma casi exclusivo de lectura del siglo xx es el síntoma de una regresión de la inteligibilidad del pasado cuyo espejo ha sido a menudo la historiografía.

Teleología Durante los primeros años de mi formación intelectual y política, en la Italia de los años 70, el marxismo tenía una vocación «totalizadora» –en el sentido hegeliano del término– que le confería un estatuto no solo de «ciencia», sino también de verdadera ciencia maestra, una suerte de «ciencia de las ciencias».

Un artículo de Ernest Mandel de 1978 resume bastante bien el espíritu de la época: «La gran fuerza de atracción intelectual del marxismo reside en el hecho de que permite una integración racional, completa y coherente de todas las ciencias humanas, sin equivalente hasta hoy»,

Afirmándose como una suerte de «superación dialéctica» de las ciencias humanas y sociales, el marxismo había podido enriquecerse relacionándose con todos los campos del saber y sacando provecho de su renovación epistemológica. Su simbiosis con el existencialismo, el estructuralismo, el psicoanálisis, la antropología y la sociología lo había enriquecido y le había permitido alcanzar resultados considerables.

En este contexto, los historiadores marxistas oscilaban entre una suerte de panhistorismo (su expresa voluntad de integrar el conjunto de saberes en la historia) y la disolución de la historia en un marxismo concebido como ciencia global de la sociedad.

Para Pierre Vilar, Marx no era «historiador» en el sentido tradicional del término, sino que había pensado siempre históricamente, lo que convertía la «crítica histórica de la razón» en su verdadero «descubrimiento». Señalaba pues en este historicismo radical la esencia misma del marxismo: «Pensar todo históricamente, eso es el marxismo.(.) En todos los niveles, la historia marxista está por hacerse.

Y es simplemente la historia», El marxismo no se concibe sin la historia y, al mismo tiempo, la historia se incorpora al marxismo. Pero esta concepción perdió su fuerza de atracción cuando, en un nuevo contexto, la síntesis entre interpretación y transformación del mundo, que habitaba el marxismo desde su nacimiento, pareció quebrarse.

  • Durante la década siguiente, muy pocos historiadores habrían podido suscribir la conclusión de Vilar.
  • A pesar de su gran variedad, las corrientes historiográficas surgidas desde la muerte del fundador del materialismo histórico –del marxismo como ciencia positiva de la historia al marxismo como historicismo humanista y dialéctico– pueden inscribirse en la línea de su pensamiento, apoyándose, privilegiando, a veces radicalizando de manera unilateral tal o cual aspecto de una teoría abierta, atravesada por tensiones fecundas, no siempre resueltas.

Existe un Marx teleológico, positivista, teórico del socialismo como resultado casi ineluctable del progreso y el desarrollo de las fuerzas productivas. Es el Marx del célebre «Prólogo» de 1859 a la Contribución a la crítica de la economía política, canonizado por la historiografía positivista (con la ayuda de Engels y Karl Kautsky), cuyo pensamiento fue transformado en escolástica en los países del socialismo real,

  • Junto a ese Marx, hay otro: un Marx dialéctico y antipositivista, adversario del eurocentrismo y el colonialismo, crítico de la explotación capitalista y la civilización burguesa en su conjunto, partidario de la autoemancipación de los oprimidos más que del progreso técnico.
  • Es el Marx que, en sus cartas a los populistas rusos, advertía a los lectores de El capital sobre la transformación de su análisis de la génesis del capitalismo en Europa occidental en «una teoría histórico-filosófica de la evolución general, fatalmente impuesta a todos los pueblos, cualesquiera sean las circunstancias históricas en las que se encuentren»,

Es el Marx que analiza las revoluciones del siglo xix y que, en las antípodas de toda teleología, formula una visión de la historia como resultado de una acción humana sometida a una compleja red de restricciones materiales y culturales a la vez. «Los hombres hacen su propia historia –escribe en El 18 brumario de Luis Bonaparte –, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias libremente elegidas, sino bajo circunstancias directamente dadas y heredadas del pasado.

La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla en el cerebro de los vivos», En la historiografía marxista, la visión del pasado como evolución ineluctable de las formaciones sociales coexistió a menudo con una visión voluntarista basada en una acentuación casi exclusiva de la agencia ( agency ) y el empoderamiento ( empowerment ), según el léxico de las teorías críticas contemporáneas.

La primera, defendida por una tradición positivista que llega hasta Louis Althusser, ve a los seres humanos como instrumentos inconscientes de la historia, La segunda encontró su formulación más concluyente en Trotski, en 1938, cuando escribió que «la crisis histórica de la humanidad» se reducía finalmente a la ausencia de una dirección revolucionaria,

  • Entre ambas, la historiografía marxista no ha sabido librarse de cierta teleología implícita en sus dispositivos de historización, que tendían a adoptar esquemas eurocéntricos, tanto para definir las rupturas históricas como para elegir los criterios de periodización.
  • Los debates clásicos sobre la transición del feudalismo al capitalismo o sobre las revoluciones modernas suponían una secuencia cuyo modelo era Europa y cuya finalidad, implícita y necesaria, era el socialismo,

A menudo, esta postura teórica era el espejo de una cultura difusa en el movimiento socialista, tal como lo recuerda Hobsbawm al citar la anécdota del sindicalista británico de origen obrero que, en los años 30, se dirigía a un hombre de Estado conservador tratándolo de vestigio del pasado: «Su clase es una clase en decadencia; mi clase representa el futuro»,

  • Isaac Deutscher interpretaba el estalinismo como un avatar ligado a las contradicciones del proceso de acumulación socialista primitivo, contradicciones cuya solución residía en última instancia en el desarrollo de las fuerzas productivas.
  • Una vez liberado de las trabas generadas por el retraso soviético, el socialismo conquistaría el mundo,
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La tetralogía consagrada por Hobsbawm a la historia de los siglos xix y xx, cuyo primer volumen se publicó en 1960 y el último en 1994, muestra claramente la transición de la antigua teleología marxista a la lúcida constatación de una derrota histórica que cuestiona toda idea de una secuencia necesaria de las formaciones sociales.

  • El primer volumen estudia las revoluciones burguesas entre 1789 y 1848, año que anuncia el advenimiento de las revoluciones proletarias y socialistas,
  • El último volumen llega a la conclusión de que el fracaso del comunismo estaba inscripto en sus propias contradicciones: «La tragedia de la revolución de octubre estriba precisamente en que solo pudo dar lugar a este tipo de socialismo, rudo, brutal y dominante»,

El título mismo de la última obra de Giovanni Arrighi, Adam Smith en Pekín, que ve en el capitalismo y el mercado la culminación de la Revolución China, ilustra de manera emblemática el cuestionamiento de la visión marxista tradicional de la transición del capitalismo al socialismo.

En 1989, la teleología parece haber abandonado definitivamente el marxismo para instalarse con fuerza en el campo de los apologistas del mercado y el liberalismo. Según Furet, el comunismo, al igual que el fascismo, no fue sino un simple paréntesis en el avance ineluctable de la historia hacia la democracia liberal,

Sin embargo, los trabajos más interesantes de la historiografía posterior a 1989 abandonaron todo enfoque teleológico: el siglo xix tiene ahora fronteras cronológicas abiertas, sus revoluciones burguesas no anuncian las revoluciones proletarias del siglo xx y se inscriben en ciclos en los cuales Europa aparece como un momento, y ya no como el epicentro.

Existe primero un ciclo «atlántico», que se inicia en Estados Unidos en 1776 y culmina en Haití en 1804, pasando por la Revolución Francesa; luego una segunda ola de revoluciones desconectadas entre sí, cuyo punto de partida se sitúa en Europa continental en 1848 y cuyo punto de llegada es eeuu en 1865, fecha del fin de la Guerra Civil.

Durante esas dos décadas, se desarrollan la rebelión Taiping en China y la revuelta de los cipayos contra el colonialismo británico en la India, Así reconfigurados, los años 1789, 1848, 1871 y 1917 ya no constituyen los sucesivos momentos de una única secuencia que jalonan el camino de la humanidad hacia el socialismo.

  • La historia se dibuja como un laberinto, una ruta hecha de bifurcaciones y desvíos.
  • En el fondo, el propio Marx lo reconocía cuando criticaba la tendencia de las revoluciones a alimentarse de «reminiscencias tomadas de la historia universal para cegarse sobre su propio objeto»,
  • Reactivar el pasado Creo haber aprendido, a lo largo del tiempo, a establecer con el marxismo una relación de tensión crítica –más fuerte hoy que en el pasado–, susceptible de integrar nuevos aportes escapando a los dilemas planteados por la adhesión (o el rechazo) a un sistema de pensamiento construido como un edificio cerrado.

No creo en el marxismo como arsenal conceptual autosuficiente. Desconfío actualmente de todo dispositivo teórico listo para ser aplicado en realidades dinámicas como un conjunto de categorías normativas. Trato de hacer un uso fructífero de algunos conceptos legados por la tradición marxista –clase, lucha de clases, hegemonía, reificación, modo de producción, capitalismo o imperialismo–, pero detesto su transformación en nociones comodín.

Esto vale para otros conceptos hoy muy difundidos como la deconstrucción, la «práctica discursiva», el biopoder, el campo y el subcampo, el habitus o la reproducción. Si bien la visión crítica de la historia esbozada por Marx sigue siendo para mí un logro ineludible, la hermenéutica histórica legada por un marxismo transformado en doctrina me parece dudosa.

La actitud de E.P. Thompson, quien hacia el final de su vida se consideraba «posmarxista», reafirmando su adhesión al marxismo frente a sus detractores y su alejamiento frente a los devotos ingenuos o ciegos, me parece a fin de cuentas la más honesta,

Se negaba a ver «la historiografía marxista como subordinada a algún corpus general del marxismo como teoría, situado en alguna parte» (especialmente en la filosofía). Escribía: La historia no es una fábrica para la producción de una Teoría Máxima (.), tampoco es una cadena para la producción de teorías enanas en serie.

No es tampoco ninguna estación experimental gigantesca en la que la teoría fabricada en otra parte pueda ser «aplicada», «contrastada» y «confirmada». Esta no es en absoluto su tarea. Su tarea consiste en rescatar, «explicar» y «comprender» su objeto, la historia real.

¿Qué le queda a una historiografía que se ha desprendido de la teleología y el determinismo? Mucho: la tarea de descifrar el pasado concebido como totalidad abierta, como una historia moldeada –según la expresión de Marx– por las mujeres y los hombres a través de sus acciones y combates, sobre la base de condiciones sociales y culturales dadas.

En este esfuerzo de situar en la historia, es decir, de contextualización, objetivación y conceptualización del pasado, el historiador construye un relato (la escritura de la historia) que selecciona, ordena e interpreta la materia heterogénea del universo histórico (la realidad fáctica, pero también el pensamiento y el imaginario).

En ese trabajo, algunas herramientas epistemológicas aportadas por Marx pueden resultar indispensables (pero no siempre y a veces menos que otras). Marx nos ayuda a detectar relaciones y conflictos sociales, lógicas culturales y políticas subyacentes a los acontecimientos y sus actores. Se trata de interacciones y no de causalidades mecánicas, cuya inteligencia permite la construcción de un discurso crítico sobre el pasado.

Este enfoque se opone a la historia como discurso del poder, tradicionalmente presentado por el Estado (con sus archivos, museos, conmemoraciones) y, actualmente, cada vez más, por los medios de comunicación y la industria cultural, que actúan como poderosos vectores de reificación del pasado.

Necesitamos, pues, a Marx. Pero si puede dudarse de una historiografía crítica que prescindiera de Marx, se debe desconfiar también de los intentos de anexar la historia al marxismo. El siglo xx demostró en gran medida hasta qué punto el marxismo mismo podía ser esclavizado y transformado en ideología.

Esta tensión crítica respecto de la tradición marxista es, sin duda, la única manera de evitar los escollos simétricos de la apostasía estéril y la fidelidad ciega. En el fondo, los antimarxistas se dividen en dos categorías: los críticos y los «renegados», no en el sentido en el que Lenin definía a Kautsky, es decir, estigmatizándolo en el plano ético y político, sino en el sentido en el que Isaac Deutscher y Hannah Arendt calificaban a los ex-comunistas en la época de la Guerra Fría,

Muchos liberales (Max Weber, Benedetto Croce, Raymond Aron, Isaiah Berlin, Norberto Bobbio) o incluso conservadores y reaccionarios (Werner Sombart, Carl Schmitt, Augusto Del Noce) reconocieron el carácter fecundo de una confrontación crítica con el pensamiento de Marx. Los «renegados», es decir, los ex-comunistas, pasaron de una adhesión total a un rechazo también total al pensamiento de Marx: podría citarse, entre los historiadores, a Borkenau, Eugene D.

Genovese, Annie Kriegel y el ya mencionado Furet. A menudo, se trata de ex-estalinistas que conservaron una visión del mundo esquemática y sectaria y se limitaron a cambiar de lado. Estos dilemas nunca afectaron a historiadores que se sirvieron, en mayor o menor medida, del aporte de Marx, sin preguntarse jamás si debían considerarse «marxistas».

  1. Es el caso de un historiador de la Antigua Grecia como Pierre Vidal-Naquet, quien reconocía su deuda respecto de Moses Finley, o de un historiador del mundo contemporáneo como Arno J. Mayer.
  2. Desde este punto de vista, me identifico con las palabras de Georges Duby: «Mi deuda con el marxismo es inmensa.

Me complace señalarlo. Por lealtad.(.) Sin embargo, afirmo con la misma claridad no creer en la objetividad del historiador, ni que pueda distinguirse ‘finalmente’ el más determinante de los factores del cual proviene la evolución de las sociedades humanas»,

  • Quizás en este sentido Vilar señalaba la «convergencia de las lecciones de Lucien Febvre y la lección de Marx», o Hobsbawm reconocía lo mucho que el nacimiento, en 1952, de una empresa marxista como la revista británica Past and Present le debía al modelo de los Annales de Fernand Braudel,
  • Una relación fecunda con el pensamiento de Marx me parece que se desprende de los escritos históricos de Benjamin, del Libro de los pasajes a sus tesis «Sobre el concepto de historia».

En Marx, Benjamin no buscó un esquema de lectura del mundo, sino más bien una sensibilidad, una Stimmung, un estilo de pensamiento. Benjamin participa de lo que podría definirse, tomando la expresión de Michael Löwy y Daniel Bensaïd, como un «marxismo melancólico», susceptible de entrar en una tensión productiva con otras tradiciones –en este caso, el mesianismo judío– y libre de toda ortodoxia.

Fue así como derribó los cánones marxistas de su época: ya no veía la revolución como una «locomotora de la historia» que conducía a la humanidad hacia el «Progreso», sino como el «freno de emergencia» que detiene la ciega carrera de la civilización –uno de cuyos rostros era el fascismo– hacia la catástrofe,

Benjamin introdujo en el marxismo una melancolía que proviene de la obsesión por las derrotas acumuladas a lo largo de la historia y que rememora el recuerdo de los vencidos. Este enfoque se percibe hoy en historiadores que mantuvieron una relación más o menos consciente de complicidad con el pensamiento de Benjamin, provenientes de tradiciones diferentes.

Entre ellos, podría mencionarse a Carlo Ginzburg, el fundador de la microhistoria –autor de una obra como El queso y los gusanos, que analiza la cultura popular restituyendo la voz de los humildes, los anónimos, aquellos que han sido borrados de la Historia –; Adolfo Gilly, quien recuperó el espíritu de los campesinos zapatistas en la Revolución Mexicana, o Ranajit Guha, preocupado por escuchar la «pequeña voz» de los insurgentes indios del siglo xix, oculta entre las líneas de la prosa colonial,

Para Benjamin, la historia es ante todo una rememoración de los vencidos, cuyo recuerdo es portador de una «promesa de redención». Un historiador de los conceptos como Koselleck formuló muy bien este enfoque epistemológico, al señalar que la historia escrita por los vencedores es siempre teleológica y apologética: «A corto plazo, puede suceder que la historia esté hecha por los vencedores, pero a largo plazo, los logros históricos de conocimiento provienen de los vencidos»,

Escribir una historia crítica adoptando la perspectiva de los vencidos –tratando a veces de escuchar sus voces subterráneas, inaudibles en la superficie, ignoradas por los archivos oficiales o borradas por el discurso dominante– es, sin duda, la manera más fecunda, para los historiadores, de recibir la herencia de la Tesis 11 sobre Feuerbach.

Interpretar el mundo para transformarlo no significa convertirse en defensores de una estrategia o combatientes de una ideología, como lo fueron los «intelectuales orgánicos» del movimiento comunista del siglo xx, Quiere decir, para el historiador, no considerar el pasado como un continente clausurado, definitivamente cerrado.

  1. La antropología cultural nos enseña que las luchas del presente se alimentan del recuerdo de los combates perdidos, las derrotas del pasado.
  2. En determinadas circunstancias, el presente puede entrar en consonancia con el pasado y reactivarlo,
  3. Según Siegfried Kracauer, «como Orfeo, el historiador debe descender al inframundo para traer los muertos a la vida»,

Benjamin, por su parte, comparaba al historiador con un «ropavejero» ( Lumpensammler ) dedicado a recoger objetos abandonados, olvidados, considerados inútiles, sabiendo que podrán servir un día, como los acontecimientos de un pasado que permanece a la espera de una redención por venir,

  • Algunos dirán que semejante concepción de la historia significa rehabilitar, en una versión secular, la dimensión mesiánica del marxismo, que este último había rechazado esforzándose por convertirse en una «ciencia».
  • Pues bien, este mesianismo secularizado me parece un excelente remedio para los fracasos de un marxismo concebido como ciencia de la historia.

Nota: la versión original de este artículo en francés fue publicada con el título «Marx, l’histoire et les historiens. Une relation à réinventer» en Actuel Marx No 50, 2/2011. Traducción de Gustavo Recalde. : Marx, la historia y los historiadores Una relación para reinventar | Nueva Sociedad

¿Dónde surgió la escuela marxista?

El marxismo se originó en la Europa de mediados del siglo XIX, sobre la base de la obra de dos filósofos, sociólogos y economistas alemanes: Karl Marx y Friedrich Engels.

¿Quién es el fundador de la escuela marxista y que aporto?

Karl Marx
Conocido por Desarrollar el socialismo científico, el comunismo moderno y el marxismo (con Engels), la teoría marxista de la alienación, sus contribuciones a la teoría del valor-trabajo, a la idea del plusvalor, a la teoría de la lucha de clases y a la concepción materialista de la historia

¿Qué es la escuela marxista?

¿Qué es? – El marxismo es una filosofía de la sociedad que propone una interpretación del desarrollo de la historia desde coordenadas materialistas y dialécticas. No es fácil caracterizar al marxismo con precisión, y quizás por ello ha sido no pocas veces caricaturizado. En Que Año Se Fundo La Escuela Marxista Revista de pensamiento y actualidad

¿Qué fue la escuela marxista?

860 palabras 4 páginas Introducción Este trabajo lo realizamos con el fin de ampliar nuestros conocimientos y conocer más acerca de la escuela marxista, sus autores, características, su fecha de creación, su pensamiento, Para tener un mejor desenvolvimiento en este tema y una gran enseñanza Escuela marxista Es una escuela del pensamiento económico llena de elementos fundamentales para el conocimiento de la sociedad, esta escuela tiene como objetivo fundamental realizar una crítica de la Economía Política desarrollada por David Ricardo y Adam Smith.

¿Cómo y cuándo surge el marxismo?

El marxismo surgió en la década de 1840, tuvo por cuna la lucha liberadora de la clase obrera y se convirtió en expresión teórica de los intereses fundamentales de dicha clase, en programa de su lucha por el socialismo y el comunismo.

¿Que nos enseña la escuela marxista?

La teoría marxista de la educación gira en torno a la satisfacción de las necesidades. vitales y la preparación del hombre para superarlas. Como ésta es la idea dominante en la escuela, se dice de ésta que es el ‘reino de las necesidades’. Y el eje de ese reino es el trabajo.

¿Que enseña la escuela marxista?

Teoría marxista – Comprende la unidad de ideas y conceptos elaborados por Karl Marx con el objeto de explicar fenómenos sociales. A estas se suman otras hipótesis y conceptos desarrollados por diversos teóricos del socialismo a lo largo del siglo XX. La teoría marxista tiene como meta entender la realidad concreta de una sociedad para luego transformarla mediante una revolución que diluya las diferencias de clases sociales y evite permanentemente las crisis económicas.

¿Qué características tiene la escuela marxista?

Características del Marxismo –

Pretende ser una teoría científica : Federico Engels creó el concepto de socialismo científico para diferenciar las teorías marxistas de las ideas de otros escritores socialistas anteriores, a quienes llamó socialistas utópicos. Sostiene que la lucha de clases es el motor de la historia : en el marxismo se considera que la historia avanza cuando una clase oprimida lleva a cabo una revolución. Al instaurarse un nuevo modo de producción económico, la historia progresa hacia una fase superior. Es crítico del libre mercado : en el marxismo se cree que es mejor diseñar una economía socialista planificada que controle la producción y distribución de bienes. Así, las decisiones económicas las toma el Estado y no cada ciudadano productor y consumidor. Manifiesta que la propiedad privada debe ser sustituida por la propiedad pública : lo mismo vale para los medios de producción, como las fábricas, así como también los medios de comunicación en general. Afirma que la religión es nociva : Marx declaró que la religión era el opio de los pueblos, una droga que adormecía la capacidad de reclamo de los trabajadores que eran explotados y oprimidos por las clases altas de la sociedad. Cree que la revolución debe abolir las diferencias de clases : así busca eliminar las clases sociales a través de la imposición de la igualdad en una sociedad comunista.

En la teoría marxista abundan conceptos de análisis e interpretación de la realidad. Ahora observaremos tres relacionados con las clases sociales. Burguesía : clase social que apareció al final de la Edad Media. Reúne a mercaderes, banqueros y luego también a los capitalistas industriales.

  1. La burguesía se convierte en la clase dominante con la revolución industrial en Europa y con la creación de repúblicas que defienden sus intereses.
  2. Proletariado : es la clase social de los desposeídos en la sociedad capitalista.
  3. No tiene medios para producir por su cuenta y vende su trabajo a cambio de un salario.

Gana tan poco dinero que sólo alcanza a subsistir para tener prole, es decir, hijos. Lucha de clases : explica los conflictos históricos a partir del antagonismo (la pelea) entre los distintos sectores de la sociedad. En el fondo de los conflictos sociales se hallan los intereses económicos de cada clase. En Que Año Se Fundo La Escuela Marxista The American Juggernaut (1873): Dibujo que simboliza la explotación económica en el siglo XIX según los socialistas de la época.

¿Que dio origen al surgimiento del marxismo?

Untitled POLICLÍNICO DOCENTE ÁREA SUR CIEGO DE ÁVILA Relación Filosofía-sociedad-salud desde la óptica marxista-leninista Philosophy-society-health relationship from the marxist-leninist perspective Yudith Pardo Rodríguez I, Pedro Manuel Rivero Díaz II, Yoelis Losada Aris III, RESUMEN Introducción: a pesar que existe una estrecha relación entre las ciencias filosóficas, la sociedad y la salud pública, no se ha valorado correctamente la importancia de la Filosofía Marxista-Leninista en el sistema de conocimientos científicos que debe poseer el personal de salud cubano.

Urge reconocer la utilidad de la Filosofía Marxista-Leninista como instrumento metodológico para enfrentar las contingencias que, necesariamente, aparecen en todos los procesos sociales de alguna complejidad. Objetivo: exponer las relaciones de la Filosofía Marxista-Leninista con la sociedad y la salud pública, a partir de los contenidos del curso Filosofía y Sociedad.

Método: se realizó un análisis documental, circunscrito a la bibliografía nacional en formato impreso, que incluyó la consulta de la Constitución de la República de Cuba y obras que recogen, desde una perspectiva actual, los aportes de los clásicos del marxismo.

Se sintetizó la información acopiada para su presentación. Conclusiones: el sistema de conocimientos de la Filosofía Marxista-Leninista aporta una concepción científica del mundo, que se extiende a otros campos del saber y la actividad humana. Para el personal de salud cubano conocer y utilizar correctamente el instrumental metodológico de la Filosofía Marxista-Leninista en la práctica diaria significa desarrollar de forma consciente una gestión de salud a la altura de los requerimientos actuales del país.

Palabras clave: FILOSOFÍA, SALUD PÚBLICA, TEORÍA SOCIAL, LITERATURA DE REVISIÓN COMO ASUNTO. ABSTRACT Introduction: although there is a close relationship between the philosophical sciences, society and public health, has not been correctly assessed the importance of Marxist-Leninist Philosophy in the system of scientific knowledge should possess cuban health personnel.

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Urge recognize the usefulness of Marxist-Leninist Philosophy as a methodological tool to address contingencies that necessarily appear in all social processes of any complexity. Objective: to expose the relations of the Marxist-Leninist Philosophy with society and public health, from the contents of the Philosophy and Society course.

Method: a documentary analysis, confined to the national bibliography in printed form, which included consultation of the Constitution of the Republic of Cuba and works that collect, from a current perspective, the contributions of the classics of marxism was made.

The information collected was synthesized for its presentation. Conclusions: the knowledge system of Marxist-Leninist Philosophy provides a scientific world view, which extends to other fields of knowledge and human activity. For the health cuban personnel to know and to use correctly the methodological tools of the Marxist-Leninist Philosophy in daily practice means to develop in a consciously way a health management up to the current requirements of the country.

Keywords: PHILOSOPHY, PUBLIC HEALTH, SOCIAL THEORY, REVIEW LITERATURE AS TOPIC.

Máster en Enfermedades Infecciosas. Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Profesor Instructor. Policlínico Docente Área Sur. Ciego de Ávila, Cuba. Máster en Urgencias Médicas y en Atención Primaria de Salud. Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Profesor Instructor. Policlínico Docente Área Sur. Ciego de Ávila, Cuba. Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Policlínico Docente Área Sur. Ciego de Ávila, Cuba.

INTRODUCCIÓN A pesar que existe una estrecha relación entre las ciencias filosóficas, la sociedad y la salud pública, no se ha valorado correctamente la importancia de la Filosofía Marxista-Leninista en el sistema de conocimientos científicos que debe poseer el personal de salud cubano.

La suma de los conocimientos de las ciencias particulares o naturales no brinda, de por sí, una concepción general del mundo con carácter científico (1) ; le corresponde a la Filosofía Marxista-Leninista esta misión, pues su objeto de estudio está en un rango general respecto al de las demás ciencias.

La Filosofía Marxista-Leninista tiene como objeto de estudio las leyes más generales que rigen el desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano; el grado más abarcador del objeto de estudio de la Filosofía Marxista-Leninista supera al de las ciencias particulares, puesto que éstas tienen por objeto sólo una porción del mundo natural, social o del pensamiento (1),

  1. La visión marxista del mundo surge como resultado del desarrollo de las ciencias particulares – específicamente las naturales- y, en general, del acervo de conocimientos atesorados por la humanidad, a partir de los cuales se enriquece y desarrolla.
  2. A diferencia de las ciencias particulares, se basa en los resultados de las investigaciones de las demás ciencias concretas -con las que tiene una estrecha relación-, se apoya en las mismas a la vez que tributa a ellas, ofrece su cosmovisión, actúa como metodología general para la investigación de las propias ciencias e irradia a todos los campos del saber, a la par que orienta la actividad que despliega la humanidad en las más diversas áreas (1-2),

Entre las profesiones que tienen códigos deontológicos muy antiguos que han evolucionado hasta épocas actuales, está la Medicina; las normas recogidas en estos códigos garantizan el mejor ejercicio de la profesión médica y para que sean verdaderamente funcionales, deben formar parte de la personalidad del profesional.

  1. Estas normas tienen en su base los mejores valores morales del hombre, los cuales constituyen los cimientos de la imagen del médico (1),
  2. La ética es la parte de la Filosofía que, por concepto, trata de la moral y las obligaciones que rigen la conducta del hombre en la sociedad; es como un proyecto de vida -sólido y bien estructurado, al decir de Félix Varela-, un compromiso del hombre consigo mismo que lo lleva al perfeccionamiento personal interno para poder actuar, y no la simple aceptación de lo que otros piensen, digan o hagan (3),

Con frecuencia los conceptos de ética y moral se confunden, sin embargo son diferentes: la moral viene impuesta por la sociedad, en su contexto histórico, y evoluciona a través de la historia y la cultura; la ética es un proyecto interior de los humanos, por el cual asumen posturas buenas o malas ante la vida de una manera libre, voluntaria y consciente.

  • Ese proyecto se forma e integra con las decisiones y actuaciones consecutivas, forma el carácter que lleva a actuar de una manera u otra, y abarca la vida completa del ser humano (3),
  • Por su parte, la Bioética es la ética aplicada a la vida humana y constituye, por tanto, la fuente de los principios y comportamientos que iluminan la conciencia y orientan a actuar siempre de forma respetuosa ante la vida y la dignidad del hombre; es una ciencia normativa y no sólo orientadora, que se basa en el respeto al ser humano, a sus derechos y bienes fundamentales.

Está en íntima relación con la Antropología, por lo que debe formar parte indisoluble de la práctica médica (3), En la actualidad se impone concientizar estos conceptos y aplicarlos en el ejercicio profesional cotidiano. Diariamente, en la atención a los enfermos y sus familias, se violan principios éticos elementales y se irrespeta la praxis médica, lo que, en muchos casos, genera insatisfacciones y quejas entre la población, a la par que se daña la dignidad humana de pacientes y médicos y se hieren sentimientos humanos.

Este trabajo parte del principio de integrar los contenidos recibidos en el curso Filosofía y Sociedad -con énfasis en la importancia de la Filosofía Marxista-Leninista para el personal de la salud en general y la sociedad en su conjunto, en el marco de un sistema socialista- para proporcionar una explicación racional a las relaciones entre la Filosofía Marxista-Leninista, la sociedad y la salud, tanto desde la perspectiva histórica y dialéctico-materialista, como desde la perspectiva de las funciones de la Filosofía Marxista-Leninista.

DESARROLLO Con el triunfo de la Revolución, en Cuba surgió el imperativo social de crear un hombre nuevo como especificidad de la revolución cultural socialista; para la conformación de este hombre nuevo se requiere el establecimiento de relaciones armoniosas entre el individuo y la sociedad así como el desarrollo equilibrado entre las fuerzas espirituales del individuo y los intereses sociales, condiciones sólo son alcanzables con una revolución cultural profunda (1),

El socialismo debe crear un hombre culto; «culto es ese hombre que ama apasionadamente su trabajo sin importarle exclusivamente el monto de la remuneración que la sociedad está en condiciones de retribuirle; culto es el que es capaz de los sacrificios más grandes no sólo por sus compañeros más allegados, sino por los pueblos más distantes, que tal vez ni conozca muy bien, pero sabe que es reclamado porque son útiles sus servicios; culto es el eterno insatisfecho con sus conocimientos, el incansable estudiante que está condenado por el afán de saber, que sólo debe concluir en la tumba, pero no para atesorar sabiduría, si no para volcarla en todo instante sobre quienes la demandan; culto es el que está al tanto de las manifestaciones del arte, de la vida científica, política, de otros pueblos; en fin, el hombre culto en el socialismo es un ser que no podrá jamás medirse con las escalas que se miden en el mundo donde impera el capital» (1),

La Filosofía Marxista-Leninista, núcleo de la concepción dialéctico materialista del mundo -y, por tanto, científica- nació en el seno de la sociedad burguesa, se nutrió de las corrientes ideológicas fundamentales de la época (especialmente de la Filosofía clásica alemana) y del desarrollo impetuoso de las ciencias particulares (específicamente de las ciencias naturales y técnicas) y constituye la expresión ideológica de la clase obrera (que tiene la misión histórica de destruir el modo de producción capitalista y construir la sociedad comunista) (1-2),

Poseer un sólido conocimiento de la Filosofía Marxista-Leninista implica tener una concepción científica del mundo, saber elegir los métodos adecuados, tener un cúmulo de saberes correcto sobre el desarrollo de los objetos y fenómenos, saber realizar valoraciones correctas y tener una ideología revolucionaria (3),

Para los individuos concretos, y para la sociedad en su conjunto, es de vital importancia conocer la relación que existe entre la Filosofía, la sociedad y la salud pública. Los conocimientos filosóficos de los trabajadores de la salud se reflejarán en los resultados de su gestión de la salud pública, en la interpretación de la enfermedad desde una perspectiva social -sin dejar de tener en cuenta el modo y estilo de vida del enfermo-, en la valoración del papel de las estrategias de salud de carácter intersectorial en la gestión del proceso salud-enfermedad y en la interpretación de los principios de la objetividad, el carácter histórico concreto y la concatenación universal de los fenómenos, entre otros aspectos.

La sociedad socialista cubana está institucionalizada de manera que la salud llegue a todos sus miembros; los elevados niveles culturales alcanzados y el grado de organización social conseguido, posibilitan la concreción de programas de salud que actualmente son orgullo de Cuba, y a nivel internacional se reconocen como logros de la sociedad cubana (3),

La Filosofía Marxista-Leninista tiene cinco funciones fundamentales: la cosmovisiva (concepción del mundo); la metodológica, la gnoseológica, la valorativa y la ideológica. La concreción de estas funciones -en forma de saberes- en un individuo, constituye un cuerpo de conocimientos insustituible, que sirve de guía para el devenir social e individual; para los trabajadores de la salud constituye una poderosa herramienta para enfrentar los problemas de la práctica médica diaria, para la toma de decisiones y la investigación (3),

De estas funciones, la principal es la cosmovisiva, porque proporciona una concepción científica del mundo; se define como un sistema teórico donde se explican las leyes generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano. A pesar de que esta concepción del mundo es dialéctico-materialista, no se entiende lo material como causa primera sino como realidad que existe de por sí de manera incondicionada, mientras que lo ideal tiene una existencia condicionada por fenómenos de carácter material.

Los fenómenos materiales están sujetos a un desarrollo -entendido como cambio cualitativo de carácter espontáneo- a partir de las contradicciones internas inherentes al sistema material (3), La función metodológica se refiere al conjunto de procedimientos que se utilizan como medios para el conocimiento del objeto o fenómeno.

Pudiera parecer que el método se asume de manera apriorística, sin embargo, debe estar en correspondencia con el comportamiento del propio objeto; en tal sentido su utilización es producto de una experiencia anterior. La dialéctica materialista funge como metodología general del conocimiento científico, no como uno de los métodos específicos de investigación, en los cuales se apoya para alcanzar sus resultados (2-3),

Por su parte, la función gnoseológica indica que la realidad objetiva es la fuente del proceso cognoscitivo y, en consecuencia, señala de qué modo y con qué fines éste debe ser utilizado. Esta función tiene como basamento la cosmovisiva. Respecto de la función valorativa se debe tener presente que en la valoración no se reflejan las propiedades y regularidades del objeto o fenómeno, sino la significación que éste tenga para el sujeto valorante (en correspondencia con sus necesidades, intereses, aspiraciones y hasta creencias); para diferentes individuos o grupos sociales la valoración puede ser positiva o negativa.

  1. En tanto que las concepciones filosóficas están en función de determinados intereses sociales, se convierten en instrumento de valoración de los fenómenos o influencias exteriores que de algún modo afectan los intereses de los sujetos valorantes (3),
  2. La ideología es la expresión teórica de los intereses de una clase determinada; en la cosmovisión dialectico-materialista los objetivos y las ideas están en dependencia de las condiciones materiales del hombre en determinadas relaciones sociales, puesto que lo orienta hacia la transformación de estas relaciones (se trata de cambiar las ideas a la par que las condiciones materiales de existencia), lo cual implica la función ideológica revolucionaria (3),

Utilizada como instrumento, la cosmovisión adquiere carácter metodológico y gnoseológico. Lo primario en el problema fundamental de la filosofía es lo material (método y punto de partida del conocimiento). Desde este punto de vista, las condiciones materiales del hombre determinan su conciencia: el sistema de relaciones donde el hombre se inserta es el que determina el pensamiento que pauta su actividad -el capitalista no lo es porque piensa como tal, sino porque realmente lo es-, de que se concluye que es necesario destruir las relaciones que él encarna, más que intentar la reforma de sus ideas.

  1. De ahí la función ideológica-valorativa de la Filosofía Marxista-Leninista, que no es simplemente reformista, sino revolucionaria (3),
  2. La Filosofía se convierte así en el fundamento teórico de la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista; es en esta última en la que se ponen en correspondencia las relaciones sociales con la naturaleza social del hombre; aunque el hombre es un ser biológico (por ser producto de la evolución natural), también es un ser eminentemente social (3),

El artículo 1 de la Constitución de la República de Cuba (Capítulo I. Fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado) deja explícito que «Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana»; el artículo 50 (Capítulo VII.

  1. Derechos, deberes y garantías fundamentales) reconoce que «todos tienen derecho a que se atienda y proteja su salud» (4),
  2. El Estado cubano garantiza este derecho con la prestación de la asistencia médica gratuita, mediante la red de hospitales, policlínicos urbanos y del servicio médico rural, centros profilácticos y de tratamientos especializados, así como con el desarrollo de planes de divulgación sanitaria y de educación para la salud, exámenes médicos y programas de vacunación periódicos a la población, y otras medidas preventivas de las enfermedades.

En estos planes y actividades coopera toda la población a través de las organizaciones de masas y sociales» (4), Para que el personal de la salud pública cubana esté en condiciones de cumplir con los compromisos estatal y social planteados de manera general en los citados artículos de la Constitución de la República de Cuba, no sólo debe estar preparado curricularmente según sus niveles o jerarquías, sino que debe poseer conocimientos sólidos desde el punto de vista científico y filosófico (5-6),

El conocimiento sólido de la Filosofía Marxista-Leninista es garantía de que los profesionales de la salud cuentan con el cúmulo de conocimientos necesarios para una correcta valoración de sus objetivos de trabajo y fenómenos sociales relativos a su campo de acción, abordados tanto en su contexto histórico concreto como en su concatenación universal con los demás procesos(2, 7) y con el correcto sustento de la ética profesional propia.

Como parte de la Filosofía, la ética requiere establecer una correlación con el desarrollo de la cultura en general. El problema -no sólo teórico sino práctico- al que se enfrenta la humanidad en este siglo es consecuencia de las profundas modificaciones ocurridas en las condiciones de existencia humana, resultantes del desarrollo impetuoso de la ciencia y la técnica y los contradictorios fenómenos de la realidad (entre ellos las relaciones intergeneracionales); estas modificaciones exigen del hombre redefinir los valores principales y secundarios para la vida humana.

En el campo de la salud la dialéctica de la unidad de la ciencia, la técnica, la sociedad y la ética, lleva a que en la praxis los valores éticos alcancen su más pleno desarrollo en la unidad médico-comunidad, en la cual se materializan a plenitud el carácter profiláctico asistencial y la realización personal más evolucionada de los profesionales de la salud.

El propio objeto de la profesión médica está en relación con la calidad del sistema de conocimientos sobre la salud y enfermedad de los individuos, la familia y la comunidad y en la posibilidad de mantener, conservar, corregir, regular o construir la vida.

Los modos de actuación profesional están en dependencia de esa calidad, que se ha manifestado en la historia de la profesión de dos formas; en la Antigüedad y en la Edad Media el sistema de saberes (conocimientos) médicos tuvo un carácter especulativo, por el predominio del conocimiento filosófico; en los tiempos modernos la actividad médica se añade a saberes que rebasaron el carácter especulativo para convertirse en un sistema de conocimientos que comprueba su veracidad con métodos científicos experimentales.

Los clásicos del marxismo en general consideraron que el conocimiento humano no tiene una historia por sí mismo, sino que este proceso resume la propia historia de la producción social, por lo que el proceso cognitivo refleja el rasgo fundamental del trabajo humano; el vínculo de la teoría y la práctica está constituido por las manifestaciones del carácter multifuncional de la Filosofía Marxista-Leninista.

  • CONCLUSIONES El sistema de conocimientos de la Filosofía Marxista-Leninista aporta una concepción científica del mundo, que se extiende a otros campos del saber y la actividad humana.
  • Para el personal de salud cubano conocer y utilizar correctamente el instrumental metodológico de la Filosofía Marxista-Leninista en la práctica diaria significa desarrollar de forma consciente una gestión de salud a la altura de los requerimientos actuales del país.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cardentey Arias J, Pupo Pupo R, Fabelo Corzo J, Núñez Jover J, Díaz Caballero JA, Fuentes Pedroso JF, et al. Lecciones de filosofía marxista-leninista. Tomo I. La Habana: Editorial Félix Varela; 2005. Cardentey Arias J, Pupo Pupo R, Fabelo Corzo J, Núñez Jover J, Díaz Caballero JA, Fuentes Pedroso JF, et al. Lecciones de filosofía marxista-leninista. Tomo II. La Habana: Editorial Félix Varela; 2005. Rojas Ochoa F. Fundamentos políticos ideológicos de la salud pública revolucionaria cubana. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 2009. Asamblea Nacional del Poder Popular (Cuba), Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos. Constitución de la República de Cuba. La Habana: Pueblo y Educación; 2009. Aguirre del Busto R, Prieto Ramírez D. La cultura de la salud. En: Aguirre del Busto R, álvarez Vázquez J, Armas Vázquez AR, Araujo González R, et al. Lecturas de filosofía, salud y sociedad. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 2000.p.25-31. Puga García A, Madiedo Albolatrach M, Brito Hernández I. Filosofía y ciencia de la enfermería vinculada al proceso formativo de sus recursos humanos. Gac Med Espirit,2007 ;9(2):1-4. Disponible en: http://www.bvs.sld.cu/revistas/gme/pub/vol.9.(2)_18/p18.html Barrera Valdés C. Marxismo, pensamiento y ciencias sociales en Cuba contemporánea. En: Martínez Heredia F. A viva voz. La Habana: Ciencias Sociales; 2010.p.121-3.

Recibido: 5 de junio de 2014 Aprobado: 27 de noviembre de 2015 MSc. Yudith Pardo Rodríguez Policlínico Docente Área Sur. Ciego de Ávila Calle A, entre Fernándo Callejas y José María Agramonte. Ciego de Ávila, Cuba. CP.65100 Correo electrónico: [email protected]

¿Cuánto duró la escuela marxista?

Origen del marxismo – El origen del marxismo se sitúa a mediados del siglo XIX. Sin embargo, gana relevancia a finales del XIX. Fecha en la que Karl Marx expandió y popularizó sus ideas a través de sus obras. Entre ellas, se sitúa en un lugar muy relevante la obra de El Capital (1867).

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¿Que defiende marxismo?

Marx: 10 claves para entender su filosofía Karl Marx muere el 14 de marzo de 1883. A partir de ese momento empieza la gran expansión de sus ideas filosóficas y sus propuestas económicas, sociales y políticas. Las recordamos en un diccionario que sitúa su figura y explica los conceptos más relevantes para entender su pensamiento.

  1. El historiador de las ideas Isaiah Berlin escribe en su biografía de Karl Marx que «ningún pensador del siglo XIX ejerció sobre la humanidad influencia tan directa, deliberada y profunda».
  2. El filósofo Fernando Savater dice que «el marxismo no es simplemente una filosofía, sino una fuerza social transformadora y, a veces, una coartada para movimientos totalitarios, autocráticos, etc.

que, con un revestimiento ideológico proporcionado por Marx, lo que han descubierto o intentado son nuevas tiranías burocráticas sobre los pueblos. En cualquier caso, pocos individuos han tenido una influencia personal tan extraordinaria como Marx en la historia.

  • Y en la historia contemporánea creo que ninguno».
  • Revista de pensamiento y actualidad Ante la idea de resumir y poner orden al legado filosófico de Marx (indisolublemente ligado al político en algunos puntos) se viene a la cabeza la imagen de un Engels abrumado nada más morir su inseparable amigo, al que le confían la tarea de organizar sus manuscritos, notas, cartas, apuntes Todo escrito con la letruja de Marx.

Compartimos con él cierta sensación de estar abrumados, pero antes de meter la cabeza entre los brazos se nos ocurre una idea: un diccionario reducido, pero contundente, a base de los conceptos que Marx crea y los filósofos que más le aportan. Válidas o menos válidas, apreciadas u odiadas, estas son que hacen que el mundo sea distinto cuando él lo deja.

  • «El marxismo no es simplemente una filosofía, sino una fuerza social transformadora y, a veces, una coartada para movimientos totalitarios () En cualquier caso, pocos individuos han tenido una influencia personal tan extraordinaria como Marx en la historia.
  • Y en la historia contemporánea creo que ninguno».

Fernando Savater 1 Alienación. Es un concepto filosófico por el que un sujeto pierde algo de sí mismo que se convierte en propiedad de otro. Este sujeto que se aliena es el trabajador al realizar tareas que no le pertenecen, que no siente como suyas. La enajenación en el trabajo consiste, para Marx, «en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo, arruina su espíritu.

  1. Por eso el trabajador solo se siente en sí fuera del trabajo y, en el trabajo, fuera de sí.
  2. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo.
  3. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado; trabajo forzado», dice el filósofo en Manuscritos: economía y filosofía,
  4. Pero la alienación es, además de un concepto referido a la actividad productiva, un concepto referido a la actividad religiosa.

Esta no es una necesidad ni una dimensión del ser humano, sino un producto más de la organización económica y social a la que justifica, legitima y perpetúa. «La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria real.

La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. », escribe en Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, «El trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en su trabajo, el trabajador no se afirma sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo, arruina su espíritu».

Marx 2 Comunismo. La sociedad comunista que defiende Marx propugna la abolición de la propiedad privada, pero también la de las clases sociales y la explotación de unas por las otras. En ella, el ser humano no es un instrumento de producción, sino alguien autorrealizado que ha dejado atrás todo tipo de alienación.

  1. «Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad sin más, sino la abolición de la propiedad burguesa», propiedad entendida como «la última y más perfecta expresión de la creación y apropiación de productos basada en enfrentamientos de clases, en la explotación de unos con otros».
  2. En lugar de la vieja sociedad burguesa aparece una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos.

En la última y más perfecta etapa de la sociedad comunista desaparece también el Estado y la política, pues todas las discusiones y opiniones solo tendrán como objetivo avanzar en las mejoras de la comunidad.3 Conciencia de clase. Para Marx, el proletario no solo es alguien explotado, sino alguien consciente de ser explotado y con deseos de acabar con esa situación.

Gran parte de los esfuerzos de Marx se dedican a la concienciación del proletariado. El trabajador debe estar bien informado, movilizado y con objetivos claros, requisitos imprescindibles para iniciar la revolución. Una tarea ingente, ya que, como indica Pedro Ribas, profesor de Pensamiento Filosófico Español en la Universidad Autónoma de Madrid, traductor y experto en Marx, «la equivalencia o casi-equivalencia entre ser proletario y tener conciencia de clase no es un hecho social () Si Marx escribiera hoy, hablaría de la cantidad de filtros que el capitalismo ha establecido para dificultar la conciencia de clase, para hacer creer que aquí el que no come y disfruta es porque no quiere o porque es tonto».

La sociedad comunista que defiende Marx propugna la abolición de la propiedad privada, la de las clases sociales y la explotación de unas por las otras 4 Dictadura del proletariado. El poder adquirido por el proletariado permitirá expropiar a los capitalistas de los medios de producción.

Expropiación de la tierra y empleo de la renta que produzca en gastos del Estado.Impuesto fuertemente progresivo.Supresión del derecho de herencia.Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y rebeldes.Centralización del crédito en manos del Estado.Centralización de la red de transportes en manos del Estado.Ampliación del número de fábricas nacionales, instrumentos de producción, roturación y mejora de terrenos de acuerdo con un plan general.Imposición a todos de la obligación de trabajar, organización de ejércitos industriales, especialmente para la agricultura.Explotación combinada de la agricultura y la industria para la eliminación gradual de diferencias entre la ciudad y el campo.Educación pública y gratuita de todos los niños. Eliminación del trabajo fabril de los niños en la forma actual. Interacción coordinada entre la educación y la producción material.

Características de la dictadura del proletariado para Marx: impuesto fuertemente progresivo, supresión del derecho de herencia, centralización de la red de transportes en manos del Estado, educación pública y gratuita de todos los niños 5 Engels. Son amigos inseparables (para algunos, Marx se aprovecha de Engels).

Isaiah Berlin describe así la peculiar relación que se establece entre ellos y que dura hasta su muerte y más allá: «Su destreza para escribir rápida y claramente, su paciencia y lealtad ilimitadas, lo convirtieron en ideal aliado y colaborador del inhibido y difícil Marx, cuya redacción era a menudo desmañada, sobrecargada y oscura.

Engels no deseaba mejor destino que vivir a la luz de la enseñanza de Marx, pues percibía en él un hontanar de genio original que comunicaba vida y objeto a sus propias dotes peculiares; con él identificó su vida y su obra y obtuvo la recompensa de compartir la inmortalidad del maestro () Engels fue su jefe de Estado mayor».

  1. Marx y Engels trabajan incansablemente codo con codo, uno al lado del otro.
  2. Ambos habían llegado a conclusiones políticas similares.
  3. La suya es una de las historias de amistad, lealtad y generosidad más grandes.
  4. Marx, el que recela de la mayoría, confía plenamente en Engels; el orgulloso que rechaza ayuda y se desespera en su pobreza, acepta el dinero de Engels; donde uno no llega, lo hace el otro; cuando uno desfallece, lo recoge el otro.6 Hegel y Feuerbach.

Hegel es para Marx «un dios con el que siempre está arreglando cuentas» afirma el filósofo y ensayista Francisco Fernández Buey. En su época de estudiante, Marx empieza por conocer muy bien a Hegel para luego volverlo del revés. Afirmaciones como «todo lo que es racional es real y todo lo que es real es racional» han dado lugar a interpretaciones no solo distintas, sino contrarias.

  1. Así fue casi desde el principio, cuando los seguidores de Hegel se escindieron entre los del ala derecha e izquierda.
  2. Los primeros se apoyan en la parte de la afirmación que considera racional el orden existente y defienden una concepción inmovilista de la realidad de la sociedad.
  3. Marx, el que recela de la mayoría, confía plenamente en Engels; el orgulloso que rechaza ayuda y se desespera en su pobreza, acepta el dinero de Engels; donde uno no llega, lo hace el otro Frente a ellos se sitúan quienes creen que lo racional es lo real o, al menos, lo que debe materializarse en la realidad.

Esta interpretación promotora del cambio y de la transformación es la elegida por Marx en un primer momento. Pero para Marx enseguida dejan de existir un plano material y otro espiritual de la realidad: él apuesta por unas ideas, una conciencia o plano espiritual inseparable de la práctica y la experiencia.

  1. Como afirma Pedro Ribas, profesor de Pensamiento Filosófico en la Universidad Autónoma de Madrid, «resumiendo brevemente la posición de Marx, podríamos decir que las contradicciones, los problemas, no se resuelven de verdad si solo se resuelven en el pensamiento».
  2. Dentro de los hegelianos de izquierda, capítulo aparte merece la relación entre Marx y Feuerbach, lleno de focos de tensión y discrepancias.

Entre ellos:

El materialismo: ambos eran materialistas, pero de una forma muy distinta. El materialismo de Feuerbach es mecanicista: la naturaleza se explica mediante causas mecánicas que tienen a repetirse con iguales resultados. Marx lo critica por ser un materialismo pasivo, contemplativo, muy distante de su materialismo activo y regenerador.La concepción religiosa: Feuerbach ofrece un punto de vista antropológico de la religión, la humaniza tan radicalmente que convierte a Dios en una mera creación del hombre, pero sigue reconociendo intacto el sentimiento religioso y el desdoblamiento que este provoca en el ser humano. Marx lo refuta: «El hecho de que el fundamento terrenal se separe de sí mismo, para plasmarse como un reino independiente que flota en las nubes, es algo que solo puede explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de este fundamento terrenal consigo mismo. Es necesario tanto comprenderlo en su propia contradicción como revolucionarlo prácticamente». La última frase desemboca de lleno en el tercer punto de distanciamiento irresoluble.La revolución: para Marx, la razón última de cualquier planteamiento es la llamada a la revolución. Para él es urgente e imprescindible trasladar el plano teórico a la práctica. Si a Feuerbach le basta la superación de la religión mediante el desarrollo intelectual, Marx defiende siempre que la superación en el mundo del pensamiento no es suficiente: es preciso cambiar la realidad.

Marx apuesta por unas ideas, una conciencia o plano espiritual inseparable de la práctica y la experiencia 7 Humanismo marxista. Toda la concepción marxista gira alrededor del ser humano. En Manuscritos: economía y filosofía, Marx declara al ser humano «no solo ser natural, sino ser natural humano».

  1. Al conjunto de relaciones biológicas que han dado lugar a los seres humanos, Marx añade la historia como «la verdadera historia natural del hombre».
  2. En ese contexto es donde se realiza la necesaria «conversión de la naturaleza en hombre».
  3. Su característica esencial es la actividad, la producción y muy especialmente la producción de su propia vida y de la historia.

El ser humano se basta a sí mismo para estas tareas. No necesita de Dios ni de ninguna espiritualidad semejante. El humanismo marxista es ateo y afirma la primacía de un ser humano libre, racional y autosuficiente. Además, afirma la igualdad de estas características para todos los individuos, por lo que queda descartada, por inaceptable, la explotación de unos por otros.

  1. Frente a esta concepción, algunos teóricos como Althusser han negado que el marxismo pueda llevarse bien con el adjetivo «humanista».
  2. En La revolución teórica de Marx, Althusser sostiene la teoría de que el concepto de humanismo es ideológico, mientras que el de socialismo es científico.
  3. Toda la concepción marxista gira alrededor del ser humano.

Marx declara al ser humano «no solo ser natural, sino ser natural humano» 8 Ideología. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., dice Marx, y ese conjunto de representaciones e ideas forman la ideología. La tarea que Marx asigna al ser humano es la de desentrañar cuáles son esas representaciones e ideas que el ser humano tiene sobre sí mismo y con su entorno social e histórico.

El concepto marxista de ideología se amplía hasta confundirse con cultura o contexto social y se tiñe de valores deformantes.Esa deformación es consecuencia del interés de la clase dominante por mantenerse sus privilegios. Como afirma Marx, «las ideas de la clase dominante son, en todas las épocas, las ideas dominantes». O también: «Vuestras propias ideas son producto de las relaciones de producción y propiedad burguesas».Como producto social que es, la ideología no tiene una historia ni un desarrollo propio, sino que depende de la sociedad y de los individuos concretos que la comparten. Tradicionalmente, la ideología es un mecanismo privilegiado de ocultar o deformar la situación real de los seres humanos, uno de los métodos más eficaces de alienación.

Marx dice que lo único que existe es lo que puede explicarse en términos materiales 9 Materialismo. Marx dice que lo único que existe es lo que puede explicarse en términos materiales. Existen dos tipos de materialismo, señala el filósofo: el dialéctico y el histórico, aunque en realidad Marx nunca utilizó los términos «materialismo histórico» ni «dialéctico», sino «método dialéctico» o «teoría materialista de la historia».

El dialéctico –concebido por Engels– sostiene que las transformaciones de la realidad se rigen por leyes de la dialéctica como la lucha de contrarios o la negación de la negación.El histórico defiende una concepción de la realidad basada en la sucesión, la alternancia y el juego entre los diversos métodos de producción.

El motor de la historia no es la voluntad de los hombres ni las sociedades, sino la economía y las conflictivas relaciones que estas provoca. En el Manifiesto comunista Marx afirma que «en toda época histórica, el modo económico predominante de producción e intercambio, y la estructura social que deriva necesariamente de él, constituye el fundamento sobre el cual se basa la historia política e intelectual de una época, y únicamente a partir de él puede explicársela () Toda la historia de la humanidad () ha sido una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas».

  • El destino de esa lucha, avanza, es la liberación por parte del proletariado de su clase y también de la sociedad entera, «de la explotación y opresión, de todas las diferencias y luchas de clases».
  • Para Marx, el motor de la historia no es la voluntad de los hombres ni las sociedades, sino la economía y las conflictivas relaciones que estas provoca 10 Plusvalía.

Todas las mercancías tienen un valor de uso y un valor de cambio que depende de las condiciones fluctuantes del mercado y se mide en términos monetarios. En el régimen capitalista, la fuerza del trabajo es una mercancía más con valores de uso y de cambio.

El primero sería la capacidad de producir; el segundo, el salario o retribución. La plusvalía es la diferencia entre el valor de cambio de lo producido por la fuerza de trabajo y la retribución de la misma. Se trataría de una cuenta que, en términos marxistas, redunda siempre en beneficio del capitalista.

De ahí derivaría su enriquecimiento a costa de la fuerza de trabajo. Marx propugna la desaparición de la plusvalía. Defiende que el valor del objeto producido, bien directa o indirectamente, vuelva a su productor. Haz clic aquí. : Marx: 10 claves para entender su filosofía

¿Qué aporto Lenin a la teoría marxista?

Partido de vanguardia – En el capítulo II, «Proletarios y comunistas», de El Manifiesto Comunista (1848), Marx y Engels presentan al partido comunista como la vanguardia política únicamente calificada para conducir al proletariado en la revolución: Los comunistas, por tanto, son, por un lado, prácticamente el sector más avanzado y resuelto de los partidos obreros de todos los países, ese sector que impulsa a todos los demás; por otro lado, teóricamente, tienen sobre la gran masa del proletariado la ventaja de comprender claramente las líneas de marcha, las condiciones y los resultados generales últimos del movimiento proletario.

  • El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: formación del proletariado en una clase, derrocamiento de la supremacía burguesa, conquista del poder político por el proletariado.
  • El propósito revolucionario del partido de vanguardia leninista es establecer la dictadura del proletariado con el apoyo de la clase trabajadora,

El Partido Comunista lideraría la deposición popular del gobierno zarismo y luego transferiría el poder del gobierno a la clase trabajadora; que el cambio de la clase dominante – de la burguesía al proletariado – hace posible el establecimiento del socialismo,

​ En » ¿Qué hacer? » (1902), Lenin dijo que un partido revolucionario de vanguardia, reclutado entre la clase trabajadora, debería liderar la campaña política, porque solo así el proletariado podría realizar con éxito su revolución; a diferencia de la campaña económica de lucha sindical defendida por otros partidos políticos socialistas y los anarcosindicalistas (anarcosindicalismo).

Como Marx, Lenin distinguió entre los aspectos de una revolución, la «campaña económica» ( huelgas laborales para aumentar los salarios y concesiones laborales) que presentaba un liderazgo plural difuso; y la «campaña política» (cambios socialistas en la sociedad), que requirió la dirección decisiva y revolucionaria del partido de vanguardia bolchevique.

¿Que nos enseña la escuela marxista?

La teoría marxista de la educación gira en torno a la satisfacción de las necesidades. vitales y la preparación del hombre para superarlas. Como ésta es la idea dominante en la escuela, se dice de ésta que es el ‘reino de las necesidades’. Y el eje de ese reino es el trabajo.

¿Que enseña la escuela marxista?

Teoría marxista – Comprende la unidad de ideas y conceptos elaborados por Karl Marx con el objeto de explicar fenómenos sociales. A estas se suman otras hipótesis y conceptos desarrollados por diversos teóricos del socialismo a lo largo del siglo XX. La teoría marxista tiene como meta entender la realidad concreta de una sociedad para luego transformarla mediante una revolución que diluya las diferencias de clases sociales y evite permanentemente las crisis económicas.